[...] Sonsoles cruzó el umbral de la puerta con incertidumbre y, tras caminar unos pasos, una luz muy naranja se iluminó a lo lejos. Era una luz resplandeciente y fugaz que titilaba de un lado a otro inquieta.
- ¿Sila?
Entonces la luz comenzó a dar botes hacia ella y Sonsoles se asustó.
Justo cuando iba a alcanzar la puerta para regresar al parque, la luz se paró junto a ella y se transformó en una bola de fuego. Era Sila, que brillaba más que nunca y le hacía un gesto con el hocico para que la siguiera.
Sonsoles dudó unos instantes, pero la perrita regresó a la negra oscuridad iluminando sus graciosos andares. [...]
Sonsoles tras la puerta verde
Blanca I. López Tejada
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