jueves, 12 de mayo de 2016

Sonsoles tras la puerta verde


[...] Sonsoles cruzó el umbral de la puerta con incertidumbre y, tras caminar unos pasos, una luz muy naranja se iluminó a lo lejos. Era una luz resplandeciente y fugaz que titilaba de un lado a otro inquieta.
- ¿Sila?
Entonces la luz comenzó a dar botes hacia ella y Sonsoles se asustó.
Justo cuando iba a alcanzar la puerta para regresar al parque, la luz se paró junto a ella y se transformó en una bola de fuego. Era Sila, que brillaba más que nunca y le hacía un gesto con el hocico para que la siguiera.
Sonsoles dudó unos instantes, pero la perrita regresó a la negra oscuridad iluminando sus graciosos andares. [...] 

Sonsoles tras la puerta verde
Blanca I. López Tejada

Adriática. El cuento personalizado de Jesús


[...] De este modo, confiando en el destino, comencé a rodar. Todo cuanto conocí forma ahora parte de mí y permanecerá guardado para siempre en la cesta de mi memoria: el hechizo de Oriente, el bullicio de Manhattan, el silencio del desierto, el olor a sal, a pasta y a croissant recién horneado, el calor extremo, el suelo gélido de Moscú...
Después de recorrer todo aquello, supe lo que buscaba y tuve el presentimiento de que estaba muy cerca de encontrarlo.
Me topé con aquella calle diminuta una mañana de primavera. El cansancio apremiaba y la verja de lo que parecía una antigua tienda de colchones se convirtió en mi lugar de reposo.
Apoyada allí, descansé y descansé. Observé a mi alrededor y pensé que aquel podía ser un buen destino para disfrutar de mis merecidas vacaciones. Era como si aquella calle hubiera salido del mismísimo corazón de París sin serlo. [...]

¿Entonces?
 Blanca I. López Tejada