martes, 14 de febrero de 2017

Hugo, el niño que soplaba





[...] Pero, al otro lado de la casa, miles, millones, infinitas estrellas en forma de pompa, comenzaron a caer del cielo.
Cada una de esas pompas representaba deseos que en algún momento se habían pedido a las estrellas y que aún no se habían cumplido.
[...] Como una lluvia de bolas transparentes y centelleantes, las pompas acariciaban los hocicos de los tres cerditos y volvían a rebotar hacia el aire cálido de la noche.
Y allí permanecieron un buen rato, participando de aquel juego mágico, hasta que, de pronto, una de aquellas pompas descendió muy grande y redonda, mucho más grande y redonda que el resto y también mucho más brillante.
Y, a medida que descendía, los cerditos vieron algo más. Unas orejas de oso enmarcaban la preciosa cara de un niño. Los cerditos se pusieron de puntillas sobre las pezuñas traseras, impacientes por ver de cerca la gran pompa. Y, de pronto, cuando hubo alcanzado su altura, acercaron su hocico para olisquear al precioso bebé-oso y escucharon un sonoro ¡Pop! [...]

Hugo, el niño que soplaba
Blanca I. López Tejada


lunes, 28 de noviembre de 2016

Belén y el tesoro en forma de sonrisa


Su sonrisa no era casual. Tampoco era casual su mirada traviesa de la que brotaban destellos de curiosidad e inquietud por conocer el mundo. 
Aunque su historia podría arrancar en el mismo instante de su llegada, nos remontaremos un poco más adelante, al momento exacto en que Belén se reveló como Belén y el tesoro en forma de sonrisa; ese instante mágico en que una niña de tres años sonreía pícara ante el espejo de su casa, satisfecha por conseguir su objetivo, aquella bata que le llamaba a gritos desde el escaparate de la tienda de debajo y de la que había conseguido apropiarse ella sola.

No sabemos si la bata tuvo algo que ver o todo aquello fue innato en ella, pero lo cierto es que, a partir de entonces, la personalidad de Belén se forjó radiante, llena de optimismo y oportunidades. [...]

Belén y el tesoro en forma de sonrisa
Blanca I. López Tejada

miércoles, 2 de noviembre de 2016

Princesa Sara


Todavía en camisón, Sara se precipitó hacia las puertas del balcón, las abrió de par en par y, sin pensárselo dos veces, se deslizó por la enredadera que conducía a la planta baja. [...]
 Tras el marco dorado, un jardín rodeado de naranjos les dio la bienvenida mientras un grupo de mujeres vestidas con túnicas vaporosas esparcían pétalos de rosa y danzaban en torno a la diosa Flora.
[...] Solo al despertar y observar que el entorno había cambiado, comprendieron que la ola los había arrastrado muy lejos.
Estaban en un gran jardín con fuentes y otro tipo de construcciones de una belleza singular, pero extremadamente difíciles de identificar. Allí especies de todo tipo, entre las que se encontraban pájaros gigantes, convivían en sorprendente armonía y se distribuían en diferentes lagos rodeados de surtidores y extrañas edificaciones rosas y azules que se asemejaban a castillos de cuento. [...]

Princesa Sara
Blanca I. López Tejada

jueves, 12 de mayo de 2016

Sonsoles tras la puerta verde


[...] Sonsoles cruzó el umbral de la puerta con incertidumbre y, tras caminar unos pasos, una luz muy naranja se iluminó a lo lejos. Era una luz resplandeciente y fugaz que titilaba de un lado a otro inquieta.
- ¿Sila?
Entonces la luz comenzó a dar botes hacia ella y Sonsoles se asustó.
Justo cuando iba a alcanzar la puerta para regresar al parque, la luz se paró junto a ella y se transformó en una bola de fuego. Era Sila, que brillaba más que nunca y le hacía un gesto con el hocico para que la siguiera.
Sonsoles dudó unos instantes, pero la perrita regresó a la negra oscuridad iluminando sus graciosos andares. [...] 

Sonsoles tras la puerta verde
Blanca I. López Tejada

Adriática. El cuento personalizado de Jesús


[...] De este modo, confiando en el destino, comencé a rodar. Todo cuanto conocí forma ahora parte de mí y permanecerá guardado para siempre en la cesta de mi memoria: el hechizo de Oriente, el bullicio de Manhattan, el silencio del desierto, el olor a sal, a pasta y a croissant recién horneado, el calor extremo, el suelo gélido de Moscú...
Después de recorrer todo aquello, supe lo que buscaba y tuve el presentimiento de que estaba muy cerca de encontrarlo.
Me topé con aquella calle diminuta una mañana de primavera. El cansancio apremiaba y la verja de lo que parecía una antigua tienda de colchones se convirtió en mi lugar de reposo.
Apoyada allí, descansé y descansé. Observé a mi alrededor y pensé que aquel podía ser un buen destino para disfrutar de mis merecidas vacaciones. Era como si aquella calle hubiera salido del mismísimo corazón de París sin serlo. [...]

¿Entonces?
 Blanca I. López Tejada

sábado, 21 de noviembre de 2015

Hadas. El cuento personalizado de Jimena e Isabel


Fueron los ciervos los primeros en comprobar que algo parecido a una estela dorada brotaba de su columna. Algo maravilloso y sorprendente a lo que no supieron dar respuesta.
El haz dorado se extendió más y más, trazando delicados pliegues que poco a poco confirieron la forma de dos grandes alas.

Y, de pronto, como si tuvieran vida propia, las alas comenzaron a agitarse tímidamente hasta que se desplegaron por completo convirtiendo a las pequeñas en dos preciosas ninfas, dos hadas majestuosas que todavía no entendían aquel suceso mágico.

Muy pronto, sin apenas darse cuenta, las alas formaban ya parte de ellas, como si siempre hubieran estado allí, como si no hubiera podido ser de otro modo; y se elevaron sobre el cielo de la noche hasta alcanzar la luna y las estrellas.

Hadas, Jimena & Isabel
Blanca I. López Tejada